El vocablo anglosajón “mobbing”, derivado del verbo “mover, cambiar de sitio o lugar” ha sido aplicado a una práctica laboral cada vez más frecuente en nuestros días en las empresas, cuando un trabajador no interesa a la empresa o a alguna persona allegada a este, bien como compañero, superior o subordinado, con el objeto de “desplazarlo del puesto que ocupa, o incluso de la propia empresa.
En mi dilatada experiencia como médico asistencial, he visto, asistido y estudiado casos de “mobbing” tanto en trabajadores de nivel bajo (transportistas, panaderas, vigilantes, etc.), intermedio (secretarias de dirección, de alguna que otra empresa, etc.,) y de alto nivel (gerentes, médicos, etc.), todos son casos particulares que en alguna empresa que otra se generalizan cuando estos profesionales interfieren en los objetivos económicos de sus superiores inmediatos o, simplemente, por reducir gastos a la empresa o bien por superar al compañero para ocupar un puesto superior.
Lo cierto es que la víctima, sobre la que recae la practica del “mobbing”, al principio lo único que nota son quejas acerca de su persona y su trabajo, y se trata de quejas superfluas, sin definir, ante instancias superiores, que no llega a comprender, pero que sin duda, le están haciendo un daño irreparable, como “un cáncer que te come por dentro” y que cuando te quieres dar cuenta, tienes una carta de despido, en el mejor de los casos, puesto que en la mayoría te empiezan a recluir en un pequeño despacho, a darte el trabajo más desagradable, o el menos satisfactorio o, simplemente, no te dan trabajo…, las fórmulas son múltiples.
Esta práctica suele acabar con la degradación del trabajador como persona. Como médico, he visto a algunos pacientes que la primera vez que acudían a mi consulta eran incapaces de pronunciar una palabra, y había de ser su acompañante, un familiar, quien me explicara lo que le estaba ocurriendo, cuando lógicamente se encontraba de baja laboral de origen psicológico. Unos, llegan al intento de suicidio (autolisis) hasta en repetidas ocasiones, otros en cambio lo consiguen… En ocasiones, se añaden problemas económicos, familiares, sin duda derivados del “mobbing”, pues cuando en el trabajo le cierran puertas acaba perjudicando la vida familiar.
Sin duda toda empresa que se precie, ante la sospecha de “mobbing” a un empleado, debería indagar y llegar hasta el fondo, incluso despedir a esos trabajadores, ocupen el cargo que ocupen, cuando desacreditan a otro compañero o subordinado, sin justificar los hechos imputados a la víctima. Qué duda cabe que cualquier caso de muerte por suicidio, debería ser investigado a fondo por el Juez Instructor y no achacarlo a la “Baja por Depresión” que portaba el finado, no resignarse a la consabida frase: “Era de esperar que iba a acabar así”, y si se demuestra la implicación de la empresa, de la cúpula directiva o de otro trabajador como causantes de un homicidio voluntario, debe de caer todo el peso de la Ley sobre la persona o personas relacionadas con la víctima.
Para que estos casos no pasen desapercibidos tiene que cambiar la sociedad. Los juristas deben de poner indemnizaciones que cubran las necesidades básicas de la viuda, de los hijos huérfanos, incluyendo sus estudios superiores, etc. Los jueces deben de aplicar las sanciones máximas e incluso el cierre de una empresa, si ésta es familiar de un clan y se quiere deshacer de un trabajador de otra etnia, religión, ideología, nacionalidad española, etc.
Unos consejos para estos trabajadores, víctimas del “mobbing” serían, ante la más mínima sospecha, recabar datos, correos, opiniones de otros compañeros y sobre todo conseguir el apoyo y declaración de alguno de ellos. Jamás se debe de hacer partícipe a la empresa o a nuestro enemigo, de nuestra vida privada, de nuestros problemas personales, ya que nuestras debilidades serán aprovechadas por este tipo de “depredador”.
Esto ocurre en esta sociedad de consumo porque nuestros empresarios se han fijado más en el modelo de producción chino, en el que prima la cantidad sobre la calidad, en vez de hacerlo en el modelo anglosajón de calidad como ocurre en Alemania, Suecia, Finlandia, etc. Interesa sacar un producto cuanto antes, aunque tenga múltiples taras.
Estas prácticas ilegales, humillantes y delictivas hacen dudar de la catadura moral de estos sujetos (¿En qué escuela han estudiado, para degradar de tal manera al ser humano?). Exigimos una medicina más humana por parte de los profesionales médicos para nosotros. Debemos comportarnos con la misma humanidad que demandamos, para con nuestros trabajadores, subordinados y compañeros, en lugar de hundirlos en la miseria por el mero hecho de que envidiamos su casa, su coche, su vida o, simplemente, porque su forma de trabajar es mejor o porque tiene más y mejor formación que el empleador…